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Programas de Rehabilitación Cardíaca: la labor del fisioterapeuta
- 27 abril, 2020
- Posted by: cicero
- Category: Tratamiento
A principios de los años 60 del siglo pasado, la Organización Mundial de la Salud[1] publicó por primera vez un informe en el que recogía los beneficios y la necesidad de desarrollo de Programas de Rehabilitación Cardíaca (PRC) para pacientes con enfermedades cardiovasculares. Esto supuso un punto de inicio en la inclusión de PRC en el abordaje asistencial de las personas con IC.
Los Programas de Rehabilitación Cardiaca se asientan en seis pilares fundamentales:
- Recuperación del paciente después de un episodio cardíaco.
- Prevención de posibles complicaciones.
- Contención de la evolución de la enfermedad.
- Autonomía del paciente.
- Promoción de hábitos de vida saludable.
- Calidad del vida del paciente.
Por tanto, se trata de programas complejos en los que se abordan no solo los aspectos clínicos de la IC, sino la interferencia que la enfermedad y sus secuelas pueden llegar a tener en las diferentes esferas psicosociales del paciente a lo largo de su vida.
Los PRC tienen un marcado carácter interdisciplinar de forma que aseguran, según la especialidad de cada uno de los profesionales que lo integran, modelar un programa de recuperación adecuado y personalizado para las personas con insuficiencia cardíaca. Según las necesidades que se han ido detectando y experiencia previa, puede existir cierta variabilidad en cuanto al perfil profesional de los que llevan a cabo el PRC, aunque a grandes rasgos, estos programas están compuestos por:
- Cardiólogos
- Atención primaria
- Enfermería
- Rehabilitadores
- Fisioterapeutas
- Profesionales deportivos
También es posible contar con la integración de nutricionistas, terapeutas, trabajadores sociales o unidades de psicología y/o psiquiatría.
LA LABOR DEL FISIOTERAPEUTA EN EL PCR
Una pieza clave es la inclusión del fisioterapeuta que permite el desarrollo supervisado del entrenamiento físco del PCR.
Asimismo, sus principales labores son:
- Realización de un estudio preliminar del paciente para conocer sus necesidades y peculiaridades.
- Valoración riesgo/beneficio de incluir a dicho paciente en un programa de rehabilitación cardíaca.
- Elaboración de un plan individual de fisioterapia acorde a ese estudio previo y en el que se contemplen los ejercicios a realizar, con qué frecuencia y duración de los mismos.
- Formación e información para el adecuado cumplimiento por parte del paciente de dicho programa, haciendo especial hincapié en los beneficios que trae consigo la actividad física y el riesgo del sedentarismo (este último un factor de riesgo clave en enfermedades cardiovasculares como IC).
- Control de las constantes vitales, especialmente la frecuencia cardíaca; antes, durante y después de cada sesión del entrenamiento físico.
- Estudio de la evolución del paciente tanto durante la actividad física como durante un período de tiempo determinado.
- Valoración de la intensidad de esfuerzo del paciente a través de la escala Borg.*
- Ejecución de las modificaciones requeridas en el plan.
- Comunicación con el resto de los profesionales sociosanitarios que integran el PRC e informarles sobre el estado y evolución del paciente.
* ESCALA BORG
La escala BORG permite evaluar del 1 al 10 el esfuerzo que supone para un paciente la realización de una determinada actividad física, siendo 1 la referencia asignada a aquellas actividades que requieran un esfuerzo suave y 10 un esfuerzo máximo. Se recomienda que toda actividad física para pacientes con IC sea de intensidad moderada en esta escala, es decir, situada al nivel 4 sobre 10.
FASES DE LOS PCR
Aunque algunos Programas de Rehabilitación Cardíaca establecen una fase previa a en la rehabilitación que corresponde al período precedente a una intervención quirúrgica , por lo general, se suelen contar con tres fases:
Hospitalaria: Transcurre durante el periodo de tiempo que el paciente está hospitalizado. Tenemos que tener en cuenta que la IC se caracteriza por una tasa de reingresos hospitalarios alta y ser la primera causa de hospitalización en mayores de 65 años [2]
Ambulatoria: justo después de haberse producido el alta hospitalaria, el paciente, todavía convaleciente, inicia su período de recuperación paulatina durante el cual ha de comenzar a modificar sus hábitos de vida.
Mantenimiento: esta última fase es crónica y supone la convivencia del paciente con las posibles secuelas permanentes.
PROGRAMA DE EJERCICIOS
Aunque como se ha comentado anteriormente, el ejercicio físico en IC ha de ser personalizado para cada paciente; en líneas generales, es común contar con las siguientes tipologías de actividad física:
- Fase de calentamiento a realizar obligatoriamente antes de cada sesión de forma que se permita aumentar de forma gradual la frecuencia cardíaca y preparar al organismo para la actividad física.
- Ejercicios de tren superior para fortalecer brazos, cuello y hombro. Se puede trabajar con mancuernas adaptadas a la capacidad de cada paciente u objetos de uso cotidiano.
- Ejercicios de abdomen
- Ejercicios de pierna
- Aeróbico. Estos se han de realizar con intensidad moderada con una frecuencia de cinco días a la semana. Cada sesión mínimo debe tener una duración de 45 a 60 minutos. Entre las actividades recomendadas destacan caminar o paseo en bicicleta.
Al igual que se cuenta con una fase de calentamiento que permite adaptarse progresivamente al esfuerzo físico, el cese de cada sesión se debe realizar de la misma forma.
Para facilitar la adherencia y comprensión del paciente, se recomienda facilitarle una tabla de ejercicios que muestre gráficamente en qué consiste cada uno de ellos, como el siguiente documento elaborado por el Hospital Regional Universitario de Málaga.
Beneficios del PCR
La Sociedad Española de Cardiología establece como beneficios principales del entrenamiento físico en el pronóstico del paciente los siguientes[3]:
- Incremento de la capacidad máxima de oxígeno. En este punto, es importante recordar que la disnea y la fatiga son los dos síntomas principales de la IC.
- Prevención y tratamiento de los factores de riesgo modificables como hipertensión arterial, tabaco, perfil lípido, mejor manejo de la diabetes o disminución de peso con la consiguiente reducción del riesgo de obesidad.
- Efecto antiinflamatorio.
- Beneficios hematológicos: disminución de la agregación plaquetaria o aumento de la fibrinólisis.
- Mejora del sistema nervioso autónomo, disminución de riesgo de muerte súbita.
La labor del fisioterapeuta es clave en el proceso asistencial de las personas con IC de forma que les permita una mejor convivencia con la patología y sus secuelas en beneficio de su calidad de vida.
[1] World Health Organization. Rehabilitation of patients with cardiovascular diseases. Report of a WHO Expert Committee. Ginebra: WHO Technical Report Series, 270; 1964: Disponible en: https://apps.who.int/iris/handle/10665/40577
[2] J. McMurray, S. Adamopoulos, S. Anker, et al. ESC Guidelines for the diagnosis and treatment of acute and chronic heart failure 2012 The Task Force for the Diagnosis and Treatment of Acute and Chronic Heart Failure 2012 of the European Society of Cardiology. Developed in collaboration with the Heart Failure Association (HFA) of the ESC. Eur Heart J., 33 (2012), pp. 1787-1847
[3] Sociedad Española de Cardiología. Rehabilitación cardíaca. Disponible en: https://secardiologia.es/images/publicaciones/libros/rehabilitacion-cardiaca.pdf