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Ejercicio físico con insuficiencia cardíaca: guía de autocuidado para pacientes
- 18 julio, 2019
- Posted by: cicero
- Category: Enfermedad
Hasta hace bien poco, se desconocía el impacto que la actividad física podía tener en pacientes con patologías cardíacas, por lo que, ante la sospecha de un posible empeoramiento de la enfermedad, se solía contraindicar que estas personas participaran en programas de ejercicio. Sin embargo, existen ya evidencias que demuestran que el ejercicio físico mejora el pronóstico de la insuficiencia cardíaca.
Lo mismo ocurre con otros hábitos de vida saludables como los relacionados con la dieta o el abandono de hábitos perjudiciales. De ahí, que sea tan importante que los cardiólogos y todos los demás profesionales sanitarios implicados en el tratamiento de la IC conciencien a los pacientes con recomendaciones de autocuidado en estas áreas.
En este post, señalamos algunos de los consejos más importantes que puedes darle a tu paciente sobre el entrenamiento físico con insuficiencia cardiaca.
¿Qué beneficios tiene el ejercicio físico en pacientes con insuficiencia cardiaca?
Entidades como la American Heart Association (AHA) ya establecen el ejercicio físico como una parte fundamental en el tratamiento recomendando a las personas con IC. Su consejo es realizar ejercicio físico de 3 a 5 veces a la semana con una intensidad adaptada al paciente y una duración de cada sesión de unos 20 a 30 minutos.
A grandes líneas, los diferentes estudios actuales, sostienen que fomentar el entrenamiento físico en personas que presentan un elevado riesgo de padecer una insuficiencia cardíaca, así como en aquellos que ya la padecen, presenta los siguientes beneficios:
- Favorecer la tolerabilidad de los síntomas. Como, por ejemplo, reducir la fatiga y la debilidad muscular, principales síntomas de la IC.
- Reducir las tasas de mortalidad.
- Mejorar la función cardíaca.
- Prevenir la aparición de complicaciones, descompensaciones y evolución de la enfermedad.
- Disminuir el número de ingresos hospitalarios.
- Fomentar la autoconfianza.
- Conservar la independencia del paciente.
- Minimizar el impacto social, laboral, familiar, sexual y personal que la enfermedad y sus síntomas puedan tener en su día a día.
- Favorecer la adherencia al tratamiento.
- Mejor control y manejo de los factores de riesgo cardiovasculares por parte del paciente.
¿Cómo empoderar al paciente de IC hacia el autocuidado?
Para establecer el ejercicio físico como un hábito, se hace indispensable trasmitir al paciente de IC la importancia que la actividad deportiva adecuada tiene en su calidad de vida.
En el caso de la insuficiencia cardiaca, es común que los pacientes se autolimiten en su día a día debido a que los síntomas propios de la patología, como la fatiga y la debilidad muscular, pueden provocar que el paciente perciba su situación como más grave de lo que en realidad es. Esto incrementa el riesgo de establecer una vida sedentaria con el consiguiente empeoramiento que eso supone.
Para cambiar esta percepción, es necesario que el equipo multidisciplinar que interviene en su proceso (enfermeras, cardiólogos, atención primaria, entrenador personal) trabajen de manera conjunta, facilitándole todos los recursos necesarios que le permitan dosificar la actividad deportiva a lo largo de la semana.
Es imprescindible, por tanto, realizar una tabla de ejercicios (plan de rehabilitación cardíaca) adecuada a cada caso y en el que se tenga en cuenta no solo la IC, sino su estado de salud general, físico y otros elementos condicionantes. En dicho plan, se debe reflejar qué tipo de ejercicios es más favorable realizar y como deben llevarlos a cabo de forma segura.
Para favorecer la compresión por parte del paciente, se recomienda utilizar un lenguaje sencillo y poco técnico que facilite su comprensión, además de acompañar cada ejercicio con una ilustración que muestre como llevarlo a cabo.
Tipología de ejercicios para pacientes con IC y cómo realizarlos
En cuanto a la tipología de ejercicios dirigidos a pacientes con IC, se aconseja preferiblemente la práctica de actividades aeróbicas como la bicicleta, andar o nadar y evitar aquellas prácticas deportivas de fuerza o de competición. Algunos estudios sostienen que es más favorable trabajar la zona de extremidades superiores, pues mejora el músculo esquelético y la dinámica cardíaca.[1]
También funciona muy bien aconsejar al paciente modificar algunos de sus hábitos de vida para favorecer el seguimiento del plan de entrenamiento. Por ejemplo: sustituir el autobús por caminar, realizar ejercicio físico con otras personas, utilizar las escaleras en lugar del ascensor, etc.
Para evitar que sea más contraproducente que beneficioso, dicha tabla también debería reflejar la importancia de realizar los ejercicios a la misma hora del día, evitando las temperaturas extremas, y favorecer la hidratación. Además, sería conveniente añadir diferentes precauciones, de modo que el paciente abandone inmediatamente el ejercicio si experimenta síntomas negativos o indicativos de sobreesfuerzo.
[1] Entrenamiento físico en pacientes con insuficiencia cardíaca. Disponible aquí.