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La insuficiencia cardíaca constituye todo un reto para los profesionales sociosanitarios. Tanto por lo que su abordaje implica, como también, en primera instancia, por su diagnóstico:

  • Identificación adecuada de los signos y síntomas propios de la IC.
  • No únicamente que se produzca un diagnóstico, sino que este se efectúe lo antes posible. Un diagnóstico precoz se traduce en que el paciente reciba su tratamiento a tiempo con el consiguiente beneficio para su calidad de vida.

Sin embargo, el diagnóstico puede, en ocasiones, presentar ciertas dificultades ocasionando que este se demore en el tiempo. Los principales motivos que podrían explicar esto son:

  • Síntomas inespecíficos, variables o difíciles de detectar, principalmente en personas que se encuentran en la fases más iniciales de la enfermedad.
  • El paciente con IC suele ser un paciente pluripatológico y en el que los signos propios y más comunes de la IC son similares a comorbilidades propias de su patología ya diagnosticada. Como resultado, podrían confundirse, por tanto, identificando su patología de inicio como causa directa, enmascarando la verdadera causa de origen, la insuficiencia cardíaca y retrasando su diagnóstico.

Debido al alto conocimiento del paciente, el trato cercano y constituyendo el profesional sanitario al que en primera instancia se recurre; Atención Primaria ejerce una labor primordial en el diagnóstico y manejo de la insuficiencia cardíaca.

Así mismo su labor en esta fase diagnóstica se podría centrar en estos tres puntos clave:

  • Cocimiento e identificación de síntomas.
  • Valoración de la posibilidad de un caso incipiente de IC.
  • Accesibilidad a las pruebas diagnósticas que puedan confirmar la sospecha.

Signos y síntomas

El primer punto es el conocimiento de los signos y síntomas propios de la IC que permitan su correcta identificación.

La Sociedad Europea de Cardiología reconoce en sus Guías de Práctica Clínica como síntomas y signos que pudieran evidenciar la presencia de IC, los siguientes:

Típicos

Disnea.

Ortopnea.

Disnea paroxistica nocturna.

Tolerancia al ejercicio disminuida.

Fatiga, cansancio, más tiempo hasta recuperarse. del ejercicio Inflamación de tobillos.

 

Menos típicos

Tos nocturna.

Sibilancias.

Sensación de hinchazón.

Perdida de apetito.

Confusión (especialmente en ancianos). Decaimiento.

Palpitaciones.

Mareo.

Sincope.

Bendopnea.

Más específicos

Presión venosa yugular elevada.

Reflujo hepatoyugular.

Tercer tono (ritmo de galope).

Impulso apical desplazado lateralmente.

Menos específicos

Aumento de peso (> 2 kg/semana).

Pérdida de peso (IC avanzada).

Pérdida de tejido (caquexia).

Soplo cardiaco.

Edema periférico (tobillos, sacro, escroto).

Crepitantes pulmonares.

Menor entrada de aire y matidez a la percusión en las bases pulmonares (derrame pleural).

Taquicardia.

Pulso irregular.

Taquipnea.

Respiración de Cheyne Stokes.

Hepatomegalia.

Ascitis.

Extremidades frías.

Oliguria.

Presión de pulso estrecha.

Modificada de Ponikowski P, et al. Eur Heart J. 2016;37:2129-200.

 

Valoración de posible caso de IC

En segunda instancia, debido al alto conocimiento que AP tiene del historial clínico y situación del paciente, se estima necesaria la valoración de la posibilidad de estar ante un caso incipiente de IC.

Ante la presencia de signos y síntomas propios de la IC, el especialista de AP deberá valorar la presencia de factores de riesgo tanto cardiovasculares como no cardiovasculares que junto con los síntomas podrían afianzar las sospechas de presencia de IC. Entre estos factores de riesgo, destacan:

  • Antecedentes clínicos: Conocimiento de patologías previas y/o actuales que pueden ser origen de la IC. Por ejemplo, enfermedades cardiacas, déficit de hierro o anemia, hipertensión arterial alta, diabetes, obesidad, etc.
  • Medicación actual del paciente como por ejemplo el uso de diuréticos que pudieran enmascarar otros síntomas y por tanto permanezcan silentes e imperceptibles.
  • La presencia de determinados hábitos nocivos tales como el tabaco, el alcohol o las drogas y la ausencia de hábitos de vida saludable.
  • Edad del paciente.
  • Tratamiento previo con fármacos cardiotóxicos como podría ser la quimioterapia y la radiación.

Recorrido asistencial en el diagnostico de la IC

Las pruebas diagnósticas que permiten detectar la presencia de IC son:

  • Exploración física
  • Electrocardiograma
  • Péptidos natriuréticos
  • Ecocardiografía
  • Radiografía
  • Analítica

Tomando como fuente de referencia diversas GPC, el Centro Andaluz de Documentación e Información de Medicamentos  esbozó la siguiente hoja de ruta asistencial ante la sospecha de IC:

Conclusiones

Así mismo, ya desde la sospecha de la presencia de IC, las especialidad de Cardiología y Atención Primaria requieren de un trabajo conjunto y coordinado de forma que se efectúe un diagnóstico certero y a tiempo.

Por parte de AP, su labor en el diagnóstico es clave centrándose principalmente en la correcta identificación de signos y síntomas, así como valoración de los factores de riesgo y en la realización de pruebas diagnósticas adecuadas que permitan confirmar la sospecha o descartar la presencia de IC.

Enlaces de interés

https://secardiologia.es/images/institucional/sec-calidad/SEC_AP_Insuficiencia_Cardiaca.pdf

https://cadime.es/images/documentos_archivos_web/BTA/2016/CADIME_BTA_31_4.pdf