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¿Cómo puede afectar la insuficiencia cardiaca a la sexualidad?
- 5 junio, 2019
- Posted by: cicero
- Category: Comunicación Médico Paciente
La insuficiencia cardiaca (IC) es una enfermedad por la cual el corazón tiene dificultad para bombear sangre en los volúmenes adecuados para satisfacer las necesidades del organismo. Por ello, se asocia con una significativa reducción de la actividad de los pacientes, también en la sexualidad, repercutiendo en su calidad de vida.
En concreto, el 73% de los pacientes con insuficiencia cardiaca presentan pérdida total o parcial del interés sexual, el 76% disminución parcial o total de la actividad y el 58% incapacidad absoluta para tener relaciones sexuales[1].
La sexualidad, como una importante dimensión en la vida de todas las personas, afecta de forma considerable al bienestar de los pacientes con IC. De hecho, puede generar sentimientos de baja autoestima, culpabilidad, ansiedad y depresión, reingresos hospitalarios, falta de adherencia al tratamiento y problemas de pareja.
¿Se debe hablar de sexualidad con un paciente con insuficiencia cardiaca?
A pesar del gran impacto que la sexualidad tiene sobre la calidad de vida de los pacientes sigue siendo uno de los aspectos sobre el que menos información se recibe a nivel hospitalario[2].
El asesoramiento a los pacientes en salud sexual es, no obstante, fundamental. Los profesionales médicos deben discutir con los pacientes el posible efecto que la enfermedad puede tener sobre su sexualidad y animarles a manifestar verbalmente sus miedos y dudas en consulta.
Así mismo, tanto a los pacientes como a sus parejas ha de informárseles sobre el reinicio de su vida sexual, del mismo modo en que se les comunica si pueden volver a su actividad laboral o a realizar determinados ejercicios físicos.
Es, en definitiva, el profesional médico, quien mejor conoce el grado y las causas de la insuficiencia cardiaca, así como las posibles consecuencias que estos pueden tener sobre la actividad sexual. Por tanto, él será quien mejor pueda aconsejar al paciente y evitar, de este modo, que se presenten miedos, inseguridades o, incluso, ansiedad, ante las relaciones sexuales.
¿Supone un riesgo la actividad sexual para un paciente con insuficiencia cardiaca?
Un hecho contrastado es que los pacientes capaces de mantener relaciones sexuales antes de sufrir un problema cardiológico, tras superarlo, no suelen tener dificultades para reintroducir la actividad sexual en su vida.
Como en todo ejercicio físico, durante la actividad sexual se incrementa el número de latidos del corazón y, por tanto, este necesita más energía, es decir, exige más oxígeno y nutrientes que en estado de reposo.
Concretamente, la energía que el corazón necesita equivale aproximadamente a la ascensión de dos pisos de escaleras, es decir, requiere entre 3,5 y 5 met de energía.
Además, al llegar el oxígeno vehiculizado por la sangre a través de las arterias coronarias, es fundamental que estas estén lo suficientemente abiertas para que el oxígeno alcance sin problemas el corazón y no se produzca un cuadro de dolor.
No obstante, como estándar, se suele afirmar que todo paciente que pueda subir dos pisos de escaleras sin notar disnea ni dolor torácico similar al de su angina previa puede mantener relaciones sexuales con normalidad.
Según las recomendaciones de la Asociación del Corazón de Nueva York, la actividad sexual es razonable para pacientes con insuficiencia cardiaca clase I o clase II, tomando en consideración la siguiente clasificación[3]:
- Clase I: no se experimenta limitación física al movimiento, no aparecen síntomas con la actividad física rutinaria, a pesar de haber disfunción ventricular (confirmada, por ejemplo, por ecocardiografía).
- Clase II: ligera limitación al ejercicio; aparecen los síntomas con la actividad física diaria ordinaria —por ejemplo subir escaleras—, resultando en fatiga, disnea, palpitaciones y angina, entre otras. Desaparecen con el reposo o la actividad física mínima.
- Clase III: marcada limitación al ejercicio. Aparecen los síntomas con las actividades físicas menores, como el caminar, y desaparecen con el reposo.
- Clase IV: limitación muy severa, incapacidad para realizar cualquier actividad física. Aparecen los síntomas aún en reposo.
En cualquier caso, diversos estudios han valorado el riesgo de la actividad sexual como elemento predisponente para sufrir un problema cardíaco, resumiendo que la implicación de este como desencadenante de un infarto agudo de miocardio se estima entre el 0,9 y el 1%[4].
¿Cuándo puede un paciente con insuficiencia cardiaca reiniciar las actividades sexuales?
Tras recibir el diagnóstico de insuficiencia cardiaca, es habitual que se presenten dificultades para reiniciar la actividad sexual, por el temor a una agudización de la enfermedad o a una muerte repentina. Por tanto, antes de dar el paso, es importante que sea una decisión conjunta y hablada con la pareja.
No obstante, se considera que el paciente con insuficiencia cardiaca puede reiniciar su actividad sexual una vez resuelto el episodio de IC y si este permanece asintomático. De haber sufrido un infarto agudo de miocardio, la recomendación es esperar dos semanas hasta el reinicio de las relaciones sexuales.
En cualquier caso, es importante que los pacientes tengan en cuenta que los programas de rehabilitación cardiaca pueden mejorar en gran medida la situación de su enfermedad. Un correcto seguimiento de los mismos les ayudará a aumentar la tolerancia al ejercicio, favoreciendo la actividad sexual tan importante para su calidad de vida.
¿Qué relación hay entre la insuficiencia cardiaca (IC) y la disfunción eréctil?
Además del miedo a un reinicio de la actividad sexual, en la insuficiencia cardiaca influyen otros factores que pueden alterar la función sexual de los pacientes. La disfunción eréctil (DE) es uno de los problemas de salud crónicos más frecuentes en varones mayores de 40 años: afecta a entre 1,5 y 2 millones de hombres en España y, de ellos, entre el 60 y el 80% tienen una causa vascular[5].
A pesar de las altas cifras de prevalencia, la mayoría de los cardiólogos no preguntan rutinariamente sobre esta patología y los pacientes a menudo se muestran reacios o avergonzados de discutirlo.
No obstante, existen métodos que indican cómo abordar la conversación en consulta de una forma más cómoda. El Índice Internacional de Función Eréctil (IIEF) es un cuestionario de 15 preguntas muy útil para evaluar los cambios en la función eréctil en respuesta a las intervenciones farmacológicas de los pacientes.
A partir del mismo se han observado importantes diferencias entre los diferentes tratamientos para la insuficiencia cardiaca. Mientras que los betabloqueantes no cardioselectivos pueden producir una disminución de la libido o impotencia, existen alternativas disponibles en la actualidad cuyas propiedades vasodilatadoras ofrecen una ventaja comparativa para los pacientes.
De este modo, algunos de los betabloqueantes de tercera generación, sobre todo aquellos más cardioselectivos, cuentan con unas propiedades vasodilatadoras mediadas por la liberación endotelial de óxido nítrico que facilitan la erección.
De hecho, el 69% de los pacientes han llegado a reportar una mejoría estadísticamente significativa en la función eréctil en comparación con otros agentes betabloqueantes[6].
Referencias