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Cómo abordar la insuficiencia cardiaca en mujeres embarazadas
- 24 abril, 2019
- Posted by: cicero
- Category: Comunicación Médico Paciente
Tanto durante el embarazo, así como en el parto y después del mismo, se producen una serie de cambios en el sistema cardiovascular que pueden agravar patologías cardiovasculares preexistentes como la insuficiencia cardíaca.
Es ya conocido el impacto cardiovascular que la gestación trae consigo. En aquellas pacientes que presentan una cardiopatía es necesario determinar, por un lado, cómo el embarazo afecta a su salud cardiovascular y, por otro lado, cómo su patología cardíaca puede interferir en el embarazo y afectar al desarrollo y vida del bebé.
Con respecto a este primer aspecto, hay que tener en consideración que durante el embarazo se producen de manera natural ajustes fisiológicos relevantes que permiten el desarrollo del feto. Desde el punto de vista cardiovascular, aumenta la cantidad de sangre que los ventrículos son capaces de impulsar cada minuto (gasto cardíaco), la frecuencia cardíaca o la distensibilidad arterial, entre otros. En cambio, si hablamos de presión arterial (PA) o la distensibilidad periférica total, estos se reducen.
A su vez, durante el parto, el corazón se ve sometido a un esfuerzo mayor provocando cambios en el flujo sanguíneo y la presión arterial, siendo necesario que trascurran varias semanas hasta que la paciente se recupere adecuadamente.
El tratamiento de pacientes con insuficiencia cardíaca durante el embarazo supone, por tanto, un verdadero reto terapéutico, haciéndose necesario:
- Identificar factores de riesgo que puedan ocasionar enfermedades cardíacas para evitar que estas pacientes durante el embarazo desarrollen una patología de este tipo y en, el que caso que así lo hagan, que reciban un diagnóstico adecuado y a tiempo.
- En aquellas pacientes ya diagnosticadas, realizar un trabajo previo para que estén plenamente informadas antes de quedarse embarazadas y establecer según diversos criterios en qué casos es favorable o no un embarazo.
- En aquellas que sea favorable, realizar un seguimiento adecuado anteponiéndose al desarrollo de enfermedades cardiovasculares y tratándolas, según proceda.
- Implantar un abordaje multidisciplinar en el que la obstetricia y la cardiología cobran especial importancia.
Antes del embarazo
El manejo de la insuficiencia cardíaca durante la gestación se inicia antes de que se produzca un embarazo. En aquellas pacientes que se encuentren en edad fértil y presenten insuficiencia cardíaca, en su proceso se hace necesario tener en cuenta la posibilidad de un futuro embarazo. Como profesionales sociosanitarios es necesario que minimicemos el impacto que esta afección pueda tener en su vida y antepongamos en nuestras decisiones la calidad de vida de nuestras pacientes.
En primer lugar, tenemos que determinar el riesgo que la situación clínica de una paciente con insuficiencia cardíaca pueda presentar durante y después de la gestación y establecer las medidas preventivas oportunas, como por ejemplo una cirugía previa que favorezca el embarazo en una mujer con IC.
Seguidamente, es necesario informar a las pacientes y, en caso que sea necesario, a su entorno más próximo de las peculiaridades que el embarazo presenta ante una insuficiencia cardíaca y si en su caso es favorable o contraproducente. A grandes rasgos, han de ser conscientes del impacto que su situación clínica ejerce durante la gestación.
Es muy importante que la paciente sea consciente que, llegado el momento, nos ha de trasmitir sus deseos de quedarse embarazada. Principalmente, porque según su situación clínica será necesario determinar si es apropiado, y en el caso de que así lo sea, qué ajustes hay llevar a cabo, como por ejemplo cambios en la medicación.
Durante el embarazo
- Informar a la paciente de las peculiaridades de su seguimiento y contextualizarle su proceso. Ha de saber, por ejemplo, la razón por la que se debe someter a diversas pruebas diagnósticas, el motivo por el que debe acudir con más frecuencia a sus revisiones médicas o cuál es la labor e importancia de los diversos especialistas que intervienen en su proceso.
- Fomentar y trabajar junto a la paciente la adherencia terapéutica y que siga adecuadamente su medicación. En este punto, será necesario trasmitir tranquilidad y hacerle ver que todo aquello que se recete es por la seguridad y salud tanto de ella como del bebé.
- Promover en la paciente hábitos de vida saludable como el descanso regular, el control de peso, una dieta adecuada y evitar factores tales como actividades físicas que requieran un sobreesfuerzo, el estrés y la ansiedad, así como prohibir el consumo de cafeína, tabaco, alcohol o drogas.
- Fomentar la confianza para que la paciente nos trasmita sus preocupaciones y establecer una comunicación fluida que nos permita ser conscientes de ciertos episodios tales como disnea o dificultad en la respiración, incremento del ritmo cardíaco, dolor en el pecho, tos nocturna, etc. En este punto, es necesario tener en cuenta que ciertos de estos síntomas propios de la IC también se dan durante un embarazo en aquellas pacientes que no tienen esta patología, pero aun así hay que tenerlos en cuenta.
Durante el parto
Al igual que durante el embrazo, en el parto es necesaria la integración de diferentes especialidades como obstetricia, anestesiología, cardiología o enfermería. Todos ellos, han de trabajar conjuntamente con el objetivo de manejar el esfuerzo y estrés que la mujer pueda experimentar durante el parto y que, en toda instancia, esté debidamente controlado y no resulte negativo para ella y el bebé.
En función de la situación clínica se determinará la pauta a seguir: si es necesario inducir el parto, realización de cesárea, la administración de analgésicos vía epidural, etc.
En resumen…
A pesar de los cambios cardiovasculares que el embarazo provoca en las embarazadas, en aquellas que presenten una afección como la insuficiencia cardíaca, la gestación se puede dar con éxito. Para ello, es necesario una evaluación previa que establezca las medidas requeridas a adoptar antes del embarazo, evaluar los riesgos materno-fetal, establecer los reajustes farmacológicos necesarios y tener en cuenta el pronóstico.
A razón de estos criterios, un equipo multidisciplinar determinará el seguimiento más óptimo para la paciente, así como las pruebas de imagen y de laboratorio necesarias tanto antes, como durante y después del parto.